El aire denso que se esparce por toda la ciudad hace que se vuelva complicado caminar. El cambio de temperatura; El frío que te congela los dedos del pie que hace que te cueste cada vez más caminar, el calor y con él, el sol mortífero, que ralentiza tus pasos. Eso es Buenos Aires, no tener otra que llegar a la decisión de tomarte el tren, o el colectivo, o el subte.
La tardanza del colectivo te hacen querer tomarte el tren. Los trenes llenos de personas te hacen querer tomarte el subte. Y lo abrumador del aire del subte te hace querer volver a tu casa.
Ya adentro
Cuando viajo en el subte es como si el tiempo se parara;
cuando se abren las puertas
el tiempo vuelve a correr normalmente,
al cerrarse
soy una más.
Nadie se inmuta,
nadie levanta la mirada del piso.
Un transporte para
los abatidos,
los abatidos,
los melancólicos,
la ignominia.
La indiferencia es ley en los carriles,
la claustrofobia es constante.
Es un cambio rotundo
lo que siento cuando viajo
de lo que siento
cuando me bajo.
Como liberarme,
libertad de poder respirar,
de poder sentir.
Buenos Aires se siente
como una tragedia diaria
la claustrofobia es constante.
Es un cambio rotundo
lo que siento cuando viajo
de lo que siento
cuando me bajo.
Como liberarme,
libertad de poder respirar,
de poder sentir.
Buenos Aires se siente
como una tragedia diaria
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