Una vez realizada la Bitácora me di cuenta de que, al menos en mi caso, solemos quejarnos porque siempre estamos en los mismos lugares, quejándonos de que nunca hacemos algo nuevo, cuando en realidad hay de sobra para ver en la ciudad, la historia está escrita en los suelos de piedra y en los asfaltos, la cultura está escrita en las paredes y en las calles, tenemos una ciudad entera para recorrer y explorar y nos sumergimos en el aburrimiento de la cotidianidad esperando que lo innovador nos caiga del cielo. Quejarse es más fácil que buscar y callar es más fácil que contar. Que aburrido es ser y convertir a otros en simples habitantes, es un viaje de ida y pocas veces se encuentra la vuelta.
Recorrer la ciudad puede ser una actividad refrescante, y principalmente para pensar a otros y pensarnos a nosotros mismos.
¿De dónde venimos, cómo vinimos?, ¿que cambiamos y qué no? ¿A quienes desplazamos? ¿A quiénes trajimos?
La historia vista con ojos de estusiasta puede ser interesante, sobre todo si nos compete a sus habitantes.
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